Información de Prensa
CONSECOMERCIO 2016-0613
La historia económica del país registra que en Venezuela, antes que otra actividad, la primera que se emprendió y se estableció formalmente fue la comercial.
Es decir, en Venezuela, hablar de economía, es hablar de comercio.
Así lo evidencian más de 500 años de dedicación continua a un esfuerzo emprendedor que, posteriormente, indujo a la necesidad de promover la producción interna. También a crear condiciones para que los resultados de ese esfuerzo productivo, se hicieran presentes en los mercados internacionales.
La agricultura, la ganadería, la agroindustria, la vialidad, el urbanismo, los servicios públicos, incluyendo la salud y la educación, han sido los grandes aliados en la expansión comercial venezolana, como en la expedición de servicios.
Nadie, entonces, puede dudar, desconocer o subestimar la importancia del comercio en Venezuela. Tampoco su incidencia en la generación y multiplicación permanente de fuentes de empleos, la dedicación a la satisfacción de las necesidades de una población en crecimiento permanente, ansiosa permanente de superar el oscurantismo y adentrarse en las ventajas que ofrecen el uso de las comunicaciones y de la tecnología.
Las ineficiencias funcionales del comercio, inclusive al mejoramiento progresivo y sostenido de las distorsiones que han imposibilitado su desarrollo en consonancia con el derecho ciudadano a vivir cada día mejor, no son imputables exclusivamente a la inversión privada nacional e internacional. También están unidas a la ausencia de las condiciones políticas, jurídicas, económicas y sociales de las que ha carecido la nación, para superar la posibilidad de que haya sido posible un desarrollo económico integral en el país.
La explotación petrolera, ciertamente, forzó situaciones y condiciones para que algunas áreas comerciales del país pudieran dar pasos hacia su transformación. Pero también el negocio petrolero, a partir del momento que pasa a convertirse en un monopolio del Estado venezolano, incide para que el sector terciario detenga su libre expansión. Pasó a ser el objetivo político gubernamental de las regulaciones, de los controles, de los atajos populistas y de la agresión ideológica.
Entre suspensiones de garantías económicas, providencias, licencias, leyes restrictivas, discrecionalidades interpretativas a cargo de un funcionariado cuestionador de la libre iniciativa, del derecho de propiedad y del libre mercado, la actividad comercial en Venezuela se declara en una situación de estancamiento, a merced de la voluntad de un entorno administrativo que la excluye y trata de anular y reducir a su mínima expresión.
En pleno Siglo XXI, y mientras la globalidad económica fuerza a los países para que sus posibilidades comparativas y competitivas adquieran perfiles ideales y apropiadas para la integración comercial y las alianzas productivas, en Venezuela su economía exhibe un rostro primitivo, impulsado por una regresión casi salvaje que la ubica a la cola de los países del Continente en el orden económico y social.
Consecomercio y la 72 Asamblea Anual de Fedecámaras.-
En ocasión de la celebración de la 72 Asamblea Anual de Fedecámaras en Caracas y la realización de un Directorio Regional de la dirigencia sectorial en el marco de dicho evento, el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio), constituido institucionalmente por casi un centenar de gremios empresariales, y que incluye a más de una decena de las Cámaras más antiguas del país, expone lo siguiente:
1.-Parte importante de los organismos empresariales del Comercio y los Servicios, desde hace más de un siglo, han sido testigos presenciales y el termómetro más objetivo del comportamiento de la economía de la nación. Reúnen el pensamiento más preciso, transparente y plural sobre el devenir de dicho proceso, incluyendo sus debilidades y fortalezas.
2.- Las Cámaras del Comercio y los Servicios afiliadas a Consecomercio, en razón de dicho desempeño institucional en todo el país, consideran que ha llegado el momento de los verdaderos cambios en Venezuela. En lo económico, en lo social y, consecuencialmente, en lo político, lo moral y lo cultural.
3.- Para el Comercio y los Servicios, cambiar no es un acto complaciente ante la demanda del sector. Es una respuesta necesaria ante el deterioro progresivo de las condiciones de vida de la población en general. También ante la urgencia de que el país propenda a un desarrollo diversificado, descentralizado y desconcentrado.
4.- Sólo con un desarrollo diversificado, descentralizado y desconcentrado, y en el que el Estado se ocupe de desempeñar el rol que le asignan la Constitución y las leyes, y de respetarle a los ciudadanos emprendedores el libre ejercicio social de su responsabilidad, será posible un crecimiento productivo y competitivo capaz de favorecer la estabilidad institucional del país, de beneficiar a todas las regiones en su desarrollo acorde con sus características, y atender eficientemente a la ciudadanía en razón de sus necesidades.
5.- El sector terciario considera que sólo con un cambio en estas condiciones y con estas características, el comercio y la expedición de servicios, que es la actividad económica por excelencia que está en contacto permanente con los consumidores, podrá hacer posible que los bienes les lleguen a todos ellos en todo el país, y que los ciudadanos reciban servicios permanentes y de calidad.
Consecomercio, sus Cámaras afiliadas y los comerciantes formales del país pueden ser los verdaderos aliados de toda gestión pública dirigida a atender eficiente y responsablemente a la familia venezolana. Y, sin duda alguna, lo haría en condiciones más positivas si al país se le condujera, administrara y gerenciara con base en ese propósito de verdadero cambio estructural.
Desde luego, es un aporte del sector privado que no es ni pretende ser ni actuar como Gobierno. Y que si hoy demanda una respuesta abierta y transparente de las autoridades, es que prevalezcan las condiciones jurídicas que impulsen el desarrollo integral de la nación; no que lo obstaculicen ni lo imposibiliten.
Las condiciones para que eso suceda, están consagradas en la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En el verdadero pacto social que formalizó la sociedad con dicho fin en 1999, y en el que el principio de la libertad constituye la columna vertebral de cada disposición dirigida al entendimiento y al esfuerzo compartido.
Sólo el desarrollo del país, a partir de un trabajo mancomunado entre el Estado y la empresa privada, garantizará verdadera riqueza y bienestar social a la ciudadanía.
Consecomercio esbozó esta misma tesis el año pasado cuando celebró su Directorio Regional en el Estado Vargas. Y hoy, cuando los hechos económicos, sociales y políticos exigen que, de una vez por todas, se actúe ante la complejidad de los problemas y las soluciones que se requieren, ratifica su planteamiento: para cambiar y acelerar compromisos y esfuerzos, urge un gran Acuerdo Nacional que promueva las respuestas impostergables, aligere las decisiones e impida que la anarquía tome posiciones de dominio.
Ya no es posible contener y detener los reclamos sociales con discursos esperanzadores, mucho menos con la intensificación de reacciones represivas que no alivian el hambre, ni les ofrecen a las familias las respuestas que ellas esperan de parte de quienes les gobiernan.
De igual manera, ya no se trata de dialogar por dialogar. Tampoco de extender plazos en atención a exigencias colectivas que tienden a desbordarse, o a ser convertidas en motivo para provocar dolorosas e injustificadas acciones contra el comercio, como las de Cumaná. Sí de actuar. Y de hacerlo sin que la rigidez de la visión y el procedimiento burocrático tienda a identificar al empresariado como un cazador de oportunidades mercantiles.
Son Venezuela y los venezolanos los que necesitan respuestas concretas.
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